Visión: La historia de Hildegard von Bingen

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Cuando sólo tenía ocho años, Hildegard (Barbara Sukowa) fue entregada por sus padres a las monjas de un monasterio benedictino. Pese al miedo inicial, Hildegard se adaptó bien a su nuevo entorno y se convirtió en la alumna aventajada de su mentora, Jutta (Lena Stolze). Pero cuando Jutta murió y Hildegard vio las terribles heridas que la superiora se había autoinfringido para flagelarse, se prometió a sí misma que cambiaría las órdenes de la comunidad.

A partir de entonces, Hildegard se convierte en una adelantada a su tiempo. El Papa le concede la gracia de abandonar el monasterio y edificar su propio convento, regido por los valores del humanismo. Y ella está más cerca que nunca de Dios, pero no mediante el dolor ni la penintencia, sino a través de la música, la filosofía, la política, la ecología y -por qué no- la ciencia.