G-Force: Licencia para espiar

La creación de los platós de la película -tanto reales como virtuales- estuvo a cargo de la diseñadora de producción Deborah Evans, el director de supervisión de arte Ramsey Avery, y su entusiasta equipo del departamento artístico. "Diseñamos los platós en estrecha colaboración con Hoyt, para recrear ese mundo que había imaginado", señala Evans. "Nos reunimos numerosas veces con Hoyt y el departamento de efectos visuales para combinar los platós reales con las necesidades virtuales".

De hecho, hasta los platós reales originalmente se crearon de forma virtual. "Primero diseñamos platós virtuales en el ordenador", cuenta Evans, "y luego se los entregamos a los artistas de efectos visuales y de pre-visualización para que crearan la animación gráfica con los storyboards dibujados a mano por Hoyt. De esa manera, creamos platós que se ajustaban perfectamente a la acción".

Avery añade: "Se requiere un análisis minucioso de los storyboards para poder determinar exactamente qué es real en un fotograma y qué no lo es".

El mayor plató de la película fue el impresionante, aunque precario, Laboratorio de Inteligencia Biológica (L. I. B.) del Dr. Kendall, erigido en una vieja fábrica de locomotoras del centro de la ciudad de Los Ángeles (en la película, el laboratorio L.I.B. posee la falsa fachada de una compañía fumigadora "ACME Exterminators"). "Diseñamos el laboratorio de modo que pareciera construido por Ben un poco apresuradamente y con poco dinero, a partir de piezas aeronáuticas y contenedores militares recuperados", explica Evans.

Todos los cubículos donde se entrenan y residen los miembros de G-Force también se construyeron hasta en sus más mínimos detalles, desde el último simulador hasta la tumbona de playa. El laboratorio L.I.B. posee una terminal que controla todas las instalaciones de adiestramiento, entre las que se incluyen las cintas de correr, un diminuto simulador de conducción de camionetas, un túnel de viento y un sistema de tubos neumáticos, que remeda las antiguas instalaciones que se utilizaban en los edificios de oficinas para distribuir el correo; aunque en este caso, fue concebido como una rápida vía de escape para G-Force. De hecho, los tubos formaban parte de la vieja fábrica de locomotoras, y fueron hábilmente adaptados por los realizadores.

"El mundo de G-Force transcurre en contenedores", cuenta Evans. "Construimos un gimnasio para Darwin y Juárez a partir del fuselaje de un avión. Todos los platós se realizaron con metal, chatarra y componentes eléctricos reciclados".