La ciudad está tranquila

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Año 2000. Marsella. Michèle trabaja en el puerto. Su obsesión es hacer que su hija se aleje de las drogas, que la están consumiendo. Paul es un estibador que planea cambiar su profesión por la de taxista. Vivianne da clases de música. La pobre no aguanta ni un minuto más las ideas políticas de su marido. Abderramane acaba de salir de prisión. Tras su encierro vive para ayudar a quienes, como él antes, pertenecían, de un modo u otro, al hampa. Gérard vive atemorizado, acosado por la idea de la muerte. Y, mientras tanto, los ancianos padres de Paul toman una decisión conjunta: la de no votar nunca más.