Quien tiene una suegra tiene un tesoro

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Monty Capuletti es un buen fotógrafo. Criar a sus hijos no se le da mal tampoco, ni su mujer tiene ninguna queja de él como esposo. Sus amigos, cómo no, también lo adoran. Podría decirse que el mundo es mejor para todos con Capuletti en él, pero su suegra sería la única que no estaría de acuerdo con esta afirmación.

Sus defectos le sacan de sus casillas. Ella no puede ni verlo, ni en vida... ni muerta. Y es que cuando la anciana fallezca, dejaré escrito en su herencia que su hija solo podrá disfrutar de sus múltiples bienes si su marido aguanta un año sin fumar, beber, salir con los amigotes, mentir, lingotear o decir tacos. Ahí es nada.