Kurt no es malo

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Un buen día, el bueno de Kurt descubre que la gente que le rodea no tiene mucho respeto por su trabajo como operario de carretillas elevadoras. Ni siquiera su mujer, una abogada de lo más ambicioso, ni sus hijos, aprecian el arte que se esconde tras su ocupación. Y, además, ¡resulta que él es un auténtico maestro de la materia! Por eso decide dejar su amado trabajo e intentar “escalar” en el escalafón social. Cree que si se convierte en médico, como su vecino, o primer ministro, y gana más dinero todos le tendrán mejor considerado; aunque ninguno de sus nuevos proyectos parece salir adelante.