M, el vampiro de Düsseldorf

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"En el asunto de Obliguer, también chupé sangre de su herida en la sien, y en el de Scheer, de la puñalada en el cuello. De la joven Schulte a quien rematé de un hachazo, sólo lamí la sangre de sus manos. En todos los casos logré eyacular".

De los numerosos asesinos en serie que registra la crónica negra, uno de los más bestiales fue Peter Kurten, conocido por "El vampiro de Dusseldorf". Kurten nació en la ciudad de Dusseldorf (Alemania) y comenzó su horripilante carrera en 1899; fue estrangulador, acuchillador, violador, vampiro, pirómano, destrozaba cráneos con un martillo, ladrón, informador, increíble sádico y malvado "voyeur", que disfrutaba contemplando accidentes y catástrofes. Todo esto lo conducía a alcanzar el máximo placer sexual y la eyaculación.

Según el doctor Karl Berg, que tuvo numerosas entrevistas con el asesino y le estudió a fondo, se trataba de un tipo inteligente, astuto y frío, cuyo único objetivo era lograr su plena satisfacción sexual.

Hurten aceptó 79 asesinatos aunque bien pudieron ser bastantes más. Lo que sí es cierto es que su prodigiosa memoria le permitió reconstruir en sus macabras confesiones todos los detalles de sus crímenes. Antes de ser ejecutado, Kurten escribió cartas de consuelo y arrepentimiento a las familias de trece de sus víctimas y, llegado el último instante, se dirigió al patíbulo con absoluta tranquilidad. El vampiro se mostró curiosos por su ejecución. Cuando le decapitaran, ¿oiría durante algunos segundos el glogloteo de su propia sangre? Si así fuera, añadió, "sería el orgasmo supremo que superaría a todos los placeres".